martes, 21 de agosto de 2007

being boring


el verano del 2006, the best summer of my life, como escribí una vez y porque de verdad lo fue, mi amigo edu meza, mi fotógrafo (él tomó la foto de mi libro "la ciudad lucía") y que hoy está de cumple, me dijo: mira, te mostraré algo que te va a en-can-tar. y lo que me en-can-tó, fue el video de la canción being boring de los pet shop boys y que fue realizado por bruce weber en blanco y negro, con gente preciosa en lujoso castillo, beautiful faces, bodies, etc. alguien dijo una vez, amargamente, qué sobredosis de belleza. yo pensé lo mismo, pero con alegría.
el video comienza con una intro que nos habla de crecer, de dejar de lado los ideales de la juventud. y cuenta esta letra blanca, en inglés que se escribe sola, que una vez recibió una nota que decía: "she was never bored, because she was never boring", y mi querido edu me dijo: mira, ella es como tú. y yo pensé, sí, es como yo. nunca me aburro. y siempre invento fiestas. y siempre pasan cosas, en un contexto chileno por supuesto, como en esa fiesta de la canción. qué busco ahí? me pregunto hoy, en tu cumple, edu. qué buscamos en esas fiestas que nunca acaban y en las que todos acaban?
***
Cause we were never being boring
We had too much time to find for ourselves
And we were never being boring
We dressed up and fought, then thought: make amends
And we were never holding back or worried that
Time would come to an end
***
durante ese año escuché mucho esa canción, me hacía tanto sentido. en realidad aún me hace. la semana pasada, de casualidad mientras estaba con mi amigo jona, vimos el video juntos. hace mucho que no lo veía. y me resultó muy significativo, principalmente porque en estos momentos estoy viajando hacia mí misma, hacia lo que amo y duelo al recordar. y es de esta canción de la que no me gustaría separarme, porque representa de una manera muy sofisticada, con esa pronunciation tan british, lo que me ha tocado vivir y revivir junto a mis amigos, que no son otra cosa que mi familia por fortuna. y esos cuerpos que bruce weber seleccionó con su mirada calvin klein, esos cuerpos tonificados y hermosos, no son otra cosa que nosotros mismos jugando a que nunca creceremos y que siempre habrá tiempo para el regocijo, para las aventuras y el amor, en toda su gama de manifestaciones.

***
Now I sit with different faces
In rented rooms and foreign places
All the people I was kissing
Some are here and some are missing
In the nineteen-nineties
I never dreamt that I would get to be
The creature that I always meant to be
But I thought in spite of dreams
Youd be sitting somewhere here with me
***
la cita anterior se escucha mientras unos bailan, otros duermen, y desde el segundo piso otros aplauden. me pregunto en qué hubiera estado yo. o edu. o la rose. y jona. la ange. la clau. la cata. y virgin. o héctor. la chica. gertosio. y todos. dónde estaríamos todos. ojalá juntos.
***
(la fotografía la elegí porque están todos juntos con su mejor cara calvin klein posando a la cámara. y se ve apenas el rostro de una chica a quien,
al editar la picture, le cortaron la cabeza.
el texto está dedicado a my love, eduardo. porque hoy es su cumple.
por eso lo escribí.
y porque él, al igual que yo, nunca se aburre.
y gracias a jona por traerme el recuerdo de esta canción).

lunes, 6 de agosto de 2007

himno: the arcade fire

estaba acostándome el viernes pasado cuando en el zapping de rigor para ahuyentar el insomnio, quedé estancada en el film & arts y el later... whit jools holland. una vez más, me dije, recordando ese viernes víspera de mi cumpleaños, cuando descubrí la bella música de rufus wainright en este mismo show. pero esta vez, luego de ver en vivo a black eyed peas, fui al baño y escucho una presentación de rigor, que no pude descifrar y luego un estruendo de música rock? sinfónica? inexplicable tal vez; en seguida el vocalista en primer plano, con una mirada a lo julian casablancas (the strokes) algo meláncolica, perdida, intensa. me quedé de pie mirando casi con la boca abierta, intentando escuchar el detalle de los instrumentos inusuales, en un sentido básico, que podrían ser ejecutados en una banda de rock: dos violines, un xilófono? los gritos de los integrantes de la banda, la entrega de su música. durante ese tiempo, de pie, durante esos minutos que duró la canción "power out", así, casi a medio colocar el pijama, sin poder creer lo que veía.
durante este último tiempo he tenido dos veces la sensación de estar frente a algo genuinamente innovador y estruendoso: la lectura de poesía de mi amigo el escritor mexicano daniel saldaña una noche de mayo acá en santiago en el bar espantagruélico, y este viernes de agosto, escuchando a the arcade fire, el grupo del que hablo. y señalo esto porque me resulta muy común realizar continuamente la relación intertextual o de red entre las diversas expresiones de lo cotidiano, entre personas que escriben, entre las intensidades de lo artístico; y me ha ocurrido frente a esta innovación que comento, que no he podido saber de dónde proviene lo que escucho, lo que miro, lo que siento. es decir, ese día que presencié la performance, porque eso era, de the arcade fire me costó establecer el diálogo: podía haber sido un recuerdo, una sensación de haber escuchado antes esa música, pero dónde? en qué lugar? cuál era el referente?
me conmovió mucho el sonido de la canción, y hablo de lo sonoro, pues la letra me pareció indescifrable en un primer momento, a pesar de que noté que cantaban en inglés. pero percibí que hablaban de algo bello, sobre todo por la actitud dramática de los músicos, y digo dramática en relación a la catarsis que seguramente buscan provocar y de cómo cada uno de ellos ejecutaba su instrumento. debo decir que en algún momento sentí una especie de revelación o como si fueran un coro en plena misa, un grupo de rock cristiano por el fervor con el que cantaban, cómo movían las manos, los gestos de sus caras. y temí por eso. pero al día siguiente, en la investigación de rigor sobre ellos me di cuenta de que no era así.
leí que la canción "power out" fue escrita por la banda luego de haber vivido la experiencia de una tormenta de nieve que recorrió américa del norte; ellos son de canadá. como dice la canción:
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"ice has covered up my parents hands
don't have any dreams, don't have any plans
growin' up in some strange storm
noboby's cold, nobody's warm.
i went out into the night,
i went out to found some light
kids are dyin' out in the snow,
look at them go, look at them go!".
***
de qué habla finalmente? son descripciones literales esos versos? por qué me hace tanto sentido pensar en un morir y volver a la vida, dejar atrás la niñez, desilusionarse de las instituciones (cuando dicen que el hielo ha cubierto las manos de sus padres, sin sueños, ni planes) y comenzar una revolución? (como si nos dijeran: los niños que fuimos han muerto con la nieve, miren como se van!) desde ese día la escucho constantemente. casi pienso que podría ser mi zahir. o un himno para el día a día.

(elegí la fotografía porque el punctum es el rostro de régine chassagne, la esposa de win buttler, el vocalista. me gusta ese rostro que mira a la cámara. el sombrero casi de reverendo que lleva puesto su esposo. el lente quebrado del guitarrista. el rostro de la violinista en primer plano. los detalles. la luz del sol. nadie mira hacia el que observa la foto, sólo régine.)


jueves, 2 de agosto de 2007

la promesa


esta soy yo. en un columpio que había traído el viejito pascuero en una de las tantas navidades felices en la florida. en él jugábamos con mi hermana, pero en esta fotografía estoy sola. atrás el lavadero blanco, futuro receptáculo de cachureos, donde unos años más tarde bebí cloro porque tenía sed. la pelota de colores, no la recuerdo. la lavadora antigua, temible, un hoyo negro estrellado, en el que se podía morir electrocutada con tan solo meter la mano en plena sesión de lavado. luego el caballito de madera en el que me balanceaba por horas y horas en el patio viejo, bajo el parrón.
el ladrillo, la pandereta de la casa pareada. el mismo ladrillo rojo, donde restregué mi rostro llorando en plenos años veinte. la pandereta, que luego se pintó de blanco y se llenó de muebles cuando este pasillo que daba al patio se convirtió en cocina. una cocina moderna. con otra lavadora, moderna también. el ladrillo también se pintó de blanco, pero la cañería continuó a plena vista para conservar el recuerdo de lo que habíamos sido, de dónde veníamos, la transformación a la que había sido sometida la casa vieja. la pequeña ventana daba hacia un baño. por ahí se escuchaban peleas y conversaciones secretas. con la puerta se podían dar unos portazos de película; algo tenía de liviano, sumado a una corriente de viento misteriosa que se armaba en ese lugar. me gustaba cerrarle la puerta a mi hermana daniella cuando discutíamos en la cocina. me gustaba dejarla gritar sola. y cerrarle la puerta. y escuchar los gritos a través de la madera. y arrancar.
como decía, con los años, este pasillo viejo fue una cocina. una cocina grande, con un comedor de diario, con muebles; incluso hubo una máquina de coser lanas, cuando mi mamá tejía chalecos para un colegio de niños adventistas. la cocina era un tránsito. un tránsito hacia el patio que quedó reducido, pero más verde, con árboles que mi papá plantó y llenó de plantas. las mismas que se quemaron cuando mis papás se fueron a vivir al norte. y cuando se fueron a vivir allá, la cocina era lo más limpio de la casa vieja, porque ahí se urdían las fiestas y se llenaba de comensales. ahí también cocinábamos con mi hermana cuando vivimos solas; o cocinábamos con amigos o con nuestra prima cata, que era nuestra visita favorita, nuestra hermanita postiza menor. ahí también mezclábamos licores y otros líquidos para animar las fiestas, para olvidar que estábamos ahí, abandonadas por opción propia; y felices. y empastilladas a más no poder.
este es un recuerdo. un recuerdo que no recuerdo. sólo la fotografía me dice que esa era yo. con esos rulos, el vestido negro con rojo. con el chaleco celeste. con los ojos cerrados.
***
(elegí esta fotografía porque no había otra. me gusta que justo en el click del momento fotográfico haya cerrado los ojos. me gusta que no haya sido una cámara digital, porque o si no, esta foto hubiera sido borrada. me gusta el paso del sol por el ladrillo rojo. deben de haber sido las cuatro de la tarde. a esa hora el sol pegaba ahí. lo recuerdo porque a las seis estaba fijo frente a mi pieza y comenzaba a descender.
y yo me imaginaba que estaba mirando hacia el mar.
la foto es gentileza de mi prima cata, de hecho, ella la escaneó y tituló como
"la promesa".
la cata, una vez, en una de esas tantas noches de juerga, se rió tanto que se tiró de espaldas al suelo de cerámica y no se podía parar de la pura risa.
y con mi hermana tratábamos de levantarla del suelo,
del suelo de la cocina ya modernizada.)